El siglo XIV, el denominado Trecento, se considera un periodo de transición entre la época medieval y el primer Renacimiento, del siglo XV y que evoluciona hasta su fin a principios del siglo XVI. Fue un período en el que la iglesia católica experimentó una serie de trastornos, que contribuyeron al caos social. En 1305 se eligió a un Papa francés, Clemente V. Estableció su sede papal en Aviñón, en lugar de Roma, así como lo hicieron los papas que le sucedieron; esto provocó que en 1378 tuviera lugar la elección de dos papas, uno en Aviñón y otro en Roma. A este suceso se le dio el nombre de El Gran Cisma. No fue sino hasta cuarenta años después, en 1417, que la crisis se resolvió con la elección de un nuevo papa romano, Martín V, cuya autoridad fue aceptada por todos.
Es esta época, Italia era un grupo de ciudades-estado y repúblicas independientes, gobernadas en su mayoría por la élite aristocrática. A través de una actividad económica sumamente organizada, el país logró expandir y dominar el comercio internacional que unía a Europa con Rusia, Bizancio, las tierras islámicas y China. Esta prosperidad fue brutalmente interrumpida por la Peste Negra a finales de la década de 1340. En apenas cinco años, la enfermedad acabó con al menos el veinticinco por ciento de la población de Europa, cifra que en algunas partes alcanzó el sesenta por ciento. Unas cifras dramáticas. Como consecuencia, Europa entró en un periodo de agitación y confusión social. Mientras que el imperio otomano y los estados islámicos eran demasiados fuertes para notar la expansión o el declive de las iniciativas económicas europeas del siglo XIV.
En la esfera secular se dieron muchos cambios, con el desarrollo de una literatura cotidiana o vernácula en Italia. El latín siguió siendo la lengua oficial de los documentos de la iglesia y el estado. Pero las ideas filosóficas e intelectuales se volvieron más accesibles, dado que se intercambiaban en la lengua común, basada en los dialectos toscanos de las regiones cercanas a Florencia. Dante Alighieri (1265-1321), Giovanni Boccaccio (1313-75) y Francesco Petrarca (1304-74) ayudaron a establecer el uso de la lengua vernácula: el fiorentino. Por eso, la Divina comedia y El Infierno de Dante, así como el Decamerón de Boccaccio, disfrutaron de un amplio público, debido a que estaban escritos en lengua que usaban. Petrarca expuso ideas de individualismo y humanismo.
El Humanismo no sólo era un sistema filosófico, también era un código de conducta civil e ideas acerca de la educación. La disciplina escolástica que los humanistas esperaban impulsar estaba basada en los intereses y valores humanos. Algo separado de los valores celestiales de la religión, pero sin oponerse a ella. Los humanistas desarrollaron un conjunto distinto de preocupaciones basadas en la razón, a diferencia de las disciplinas escolásticas religiosas que se basaban en la fe.
Los clásicos latinos de la antigüedad grecorromana ayudaron a desarrollar un código de ética para regir a la sociedad civil que incluía el servicio del estado, así como el deber de lograr el bien común en lugar del interés propio. Los humanistas tradujeron los textos griegos y latinos que durante la Edad Media se habían descartado, pero además crearon nuevos textos dedicados al culto a la fama del humanista. Así como la santidad era la recompensa a su virtud religiosa, la fama era la recompensa para la virtud cívica. Boccaccio escribió una colección de biografías de mujeres famosas y Petrarca una de hombres famosos que personificaban los ideales humanistas.
Todo esto significó la renovación del arte y la literatura inspirados por el redescubrimiento de las grandes obras de la Antigüedad de Grecia y Roma. Los artistas de esta época se dedicaron a la expresión de los poderes humanos más que de los divinos.
Para que entendamos este gran cambio en el tiempo que supuso el Renacimiento, fue el periodo de transición entre:
El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y geográfico: su ámbito se limitó a la cultura europea y a los territorios americanos recién descubiertos. A ello se sumó, la consolidación de los estados europeos con los españoles y portugueses a la cabeza, a través de los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa con América. Antes ya lo hicieron los bárbaros nórdicos pero no contaron con las ayudas económicas de las monarquías sureñas. La excepción con la Edad Media, fue que la burguesía se comportará como la clase media y atenderá a las urbes en su expansión y significado de ciudad haciéndola próspera mediante sus actividades mercantiles u otros menesteres como la compra venta de arte.
Así pues, en la cúspide de la pirámide de la sociedad estamental la nobleza dominaba la política y la economía e integraban el estamento más privilegiado y el menos numeroso. Se caracteriza por ser gente adinerada y poderosa desde donde saldrán las monarquías creadoras de los estados actuales, y lucharán por expandirse y reunir más poder. Nada nuevo bajo el Sol: el que más tiene, es el de siempre. En el sentido renacentista, los estados controlados por estas familias actuarán como empresas con dirección al monopolio, las finanzas y la administración. Es decir, nacieron los bancos.
También fue la descomposición del feudalismo, que era el señor libre que elegía al vasallo para que dirigiera el feudo y se sirviera de esclavos. Lo que determinó el ascenso de la burguesía como el caso de los Médici en Florencia que eran nobles que dirigían ciudades. Y por último, la afirmación del capitalismo con la inversión de la propiedad privada y la posterior recogida de los beneficios. No hemos inventado nada, amigos.
La ciudad de Florencia fue el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento, que se extendió después por toda Europa. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, como los famosos Rafael, Leonardo, Miguel Ángel y Donatello, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. El Humanismo afectó mucho la posición del artista, que pasó a ser considerado un creador individual y no un hábil artesano que trabajaba en un taller con el capataz.
El historiador y artista Giorgio Vasari (1511-74) fue el primero que utilizó la palabra “renacimiento” (rinascita) para describir la ruptura con el arte Gótico. Vasari opinaba que las artes habían entrado en decadencia al hundirse el Imperio Romano y solo habían sido rescatadas por los artistas de la Toscana a partir del siglo XIII. En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las ciencias. Vasari también publicó en 1550 su libro Vida de los pintores, escultores y arquitectos más grandes de Italia. En él indica que el arte italiano sigue una evolución progresiva hasta llegar a su culmen con Miguel Ángel.
En el arte del Renacimiento es tan abundante que para estudiarlo lo dividimos en el Quattrocento y en el Cinquecento:
Fue la fase del crecimiento del estilo y se desarrolló y se centró en la ciudad de Florencia. Principalmente se caracterizó por la búsqueda de los cánones de belleza clásicos y de las bases científicas del arte. Es decir, trabajaron mucho para justificar esa vuelta al pasado grecorromano, que no solo consistía en imitar sus bases sino en dar protagonismo al hombre. Y por primera vez, el cotarro fue promovido por los aristócratas y banqueros de la época que perseguían conseguir la excelencia a manos de los mejores artistas.
El puente entre los siglos XIV y XV ocurrieron hechos históricos relevantes:
Se trató de una época muy importante para el desarrollo del capitalismo europeo. Las grandes familias de toda Europa desarrollaron el comercio internacional. La palabra francesa para el mercado valores, bourse, se deriva del nombre de una gran familia de comerciantes internacionales, los Van der Breuse, cuya sede de negocios se encontraba en Brujas.
Junto con el incremento en la riqueza surgió una nueva opulencia en los materiales para el arte. Fue entonces cuando los pintores pasaron de usar pinturas con base de huevo, o pintura al temple, a las pinturas con base de aceite. El aceite se había usado desde hacía siglos, pero no fue sino hasta el siglo XV que se popularizó ampliamente, primero en el norte y luego hacia el sur.
Otra innovación en la pintura de la época fue el desarrollo de la perspectiva de un solo punto de Filippo Brunelleschi (1377-1446). Este sistema permitió lograr que en las pinturas bidimensionales se creara la impresión de un espacio tridimensional. Fue un gran avance sobre las pinturas planas y esquemáticas de la Edad Media.
En definitiva, el Quattrocento se caracterizó por la búsqueda de los cánones de belleza clásicos y de las bases científicas del arte. El arte creció como nunca antes lo había hecho gracias a la proliferación de los talleres y al mecenazgo de los aristócratas y banqueros que utilizaban el arte como medio de promoción de sus poderes.